«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Alejandro Palomas, escritor: "El silencio es una bendición, sin duda. Es lo máximo".


Herme Cerezo/SIGLO XXI, 10 de marzo de 2008.

Es alto y extremadamente delgado, enchaquetado y con aspecto venerable a pesar de que apenas roza los cuarenta. Habla pausadamente, como si quisiera aliarse con los silencios que enlazan las palabras. Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) desterró la prisa de su vida hace tiempo. La sustituyó por la pausa y la soledad. Reflexiona y mide las respuestas. Usa vocablos precisos y matiza poco, sólo para ampliar conceptos, para aclarar dudas, para abrir la entana de la reflexión. Ha publicado recientemente ‘El cuaderno del mago’, subtitulado ‘Donde aguarda la felicidad’, un libro que muchos califican de autoayuda – término denostado donde los haya –, pero que esconde aspectos muy interesantes. Ésta es la conversación que mantuve con él en la cafetería del Hotel Astoria de Valencia, una de las entrevistas más peculiares que he realizado hasta ahora. Empecé a preguntar yo, pero la cosa derivó en intercambio de opiniones y percepciones y, por un momento, llegué a pensar que habíamos trocado los roles.


¿Qué es para ti un mago?
Un mago es el que tiene la capacidad o la libertad de escoger en todo momento quien quiere ser. Eso es ser un mago, algo difícil, muy difícil.

Una definición muy alejada de la imagen tradicional del mago que saca conejos de las chisteras.
laro porque eso, más que un mago, es un ilusionista. Lo del ilusionismo no acaba de convencerme – risas.

¿‘El cuaderno del mago’ es un libro de autoayuda?
Creo que es un libro de reflexión más que de autoayuda. Yo no soy lector de libros de autoayuda, ni de este tipo de literatura. Leo sobre todo ficción y poesía. Al escribirlo no pretendía dar una clase de nada. Prefería plantearme el libro como un acompañamiento para la reflexión.

Observo un cierto tono aleccionador en ‘El cuaderno del mago’.
¿Tú crees?

Sí, los cuentos que hay en su interior suenan a ficción, sin embargo, cuando narras experiencias personales tuyas es cuando se extrae mejor jugo al texto.
Bueno, soy un escritor de ficción, todo lo que he escrito anteriormente es novela o relato. Vengo de ahí y no lo puedo evitar. También es cierto que este es un libro en el que hablo yo directamente, en que me dirijo al lector sin ningún tipo de cortina por medio. Hay mucho de mí en él. Y era lo que buscaba, un ejercicio de sinceridad, porque había muchas cosas que quería comunicar directamente y no puedo mantener un tú a tú con cada lector. Al leerlo después de haberlo escrito, me di cuenta de que hay muchas cosas personales, contadas desde el yo, algo que no sé si quería hacer o no. Me he mostrado de una manera completa y no me arrepiento, pero esto que he hecho es muy arriesgado.

Y ¿por qué este cambio de género literario?
No es una consecuencia directa y lógica de lo que hago, porque tras ‘El cuaderno del mago’ he publicado otra novela de nuevo. Es otra cosa. Yo percibía una voz que me faltaba y que tenía que salir al exterior. Y es algo muy curioso que en unas librerías esté en la sección de literatura, como un libro de relatos, y en otras en la de filosofía.

Usas un lenguaje muy directo, ligeramente imperativo: "escucha, levántate, abre la puerta..." ¿Por qué?
Eso me encanta. Escribo siempre así, soy enemigo acérrimo de la pasamanería. En mis lecturas tampoco encontrarás nunca escritores que se vayan por las ramas. No pretendo dar órdenes, pretendo acompañamiento: venga, vamos, acompáñame... Busco complicidad: estamos en el mismo barco, vamos los dos... Hay cosas que no son fáciles porque hay mucho enfrentamiento, que yo he ido limando a medida que lo escribía.

¿De dónde surge la idea del tren?
Seré sincero: viene porque empecé a escribirlo en un tren. Me puse a pensar por qué uno se sube a un vagón y no a otro, qué hace que subamos al primer vagón y no el segundo y viceversa. Piensas que estará menos lleno o no, o que son dos trenes pegados y que si se estrellan a lo mejor no me toca a mí. Yo elijo y a ver qué pasa. Que la suerte nos acompañe. Vamos a jugar un poco. Por eso pensé estructurarlo como un tren, dividido en vagones, vagones independientes e interdependientes a la vez.

Tu obra desprende tranquilidad y alguien me explicó una vez que el vaivén del tren es algo muy parecido al acunamiento materno, un momento placentero y tranquilo. Pensé que la idea venía de ahí.
La verdad es que no lo había pensado, pero lo cierto es que en el subconsciente hay muchas cosas que no controlamos. Ahora que lo dices, yo duermo mucho en el tren. Subo a uno y me duermo con gran facilidad, tanta que han llegado a robarme mientras dormía.

‘El cuaderno del mago’ es un libro muy didáctico, repleto de cuadros recordatorios.
No fue que la editorial me lo sugiriera, pero yo pensé que había que facilitar las cosas al lector, porque hay unos lectores más perezosos que otros. Hay quien lee un capítulo y hasta dos días después no retoma el libro. Así que está bien que se encuentre con un recordatorio de lo que leyó dos días antes. Es una cuestión formal para propiciar la reflexión.

Y también pienso que es un libro de cabecera, para leerlo por tramos.
Me gusta su estructura porque puedes entrar en cualquier vagón y en cualquier momento. Y es posible que leas un capítulo y que hasta dentro de un tiempo no necesites volver al libro para leer otro. Y cuando regreses tal vez te preguntes ¿qué habrá en los capítulos que no leí? Busco dar libertad al lector, que llegue un momento que quiera regresar a su lectura para ver qué le dice hoy, para jugar con él. Y que, de repente, le aparezca una leyenda, por ejemplo, tempus fugit, y que el lector se cuestione: ¿por qué me sale esto a mí ahora?

Los ejemplos de ficción que cuentas, ¿están basados en la realidad?
Sí - su afirmación es muy firme -. Hay varios que la historia es completamente real y hay otros que, partiendo de un punto verdadero, yo los he ficcionado. Y hay algunos más completamente inventados.

Aparece mucho en ‘El cuaderno del mago’ el concepto de vacío. Por ejemplo: "el silencio es el vacío del sonido, el vacío es la plenitud de lo posible", pero el vacío ¿no da un poco de miedo?
El vacío es uno de los mayores focos de miedo que existe. Sin ir más lejos la soledad es un "vacío de", o el silencio es un "vacío de". Hay muchas cosas que "vistas desde" son "vacíos desde". Para mí el vacío es una oportunidad, de llenar, es una aventura. Es la magia del mago. El vacío: vamos a crear desde donde, aparentemente, no hay nada.

¿Y el silencio?
Para mí es una bendición, sin duda. Es lo máximo.

¿Necesitas escribir en silencio?
Escribo en silencio porque leo en voz alta lo que voy escribiendo, sobre todo si es ficción. Y hay un motivo: lo que yo escribo para mí posee una musicalidad y si lo leo y veo que no suena, es que algo falla. Mi escritura es auditiva. Para mí es muy importante encapsularme en un vacío de ruido para poder oírme, porque sino yo no me escucho.

¿El silencio es una oportunidad para conocernos a nosotros mismos, para escucharnos?
El silencio es una oportunidad para enfrentarnos con nuestra voz más íntima, con nuestra verdad más verdad. El silencio es muy difícil
.
Todos los capítulos intentan hacernos pensar. El recurso del espejo me parece espléndido: ¿un espejo es una incitación a la reflexión personal?
Creo que el espejo es uno de los mayores riesgos – risas – que hay. Para mí el espejo es muy importante en todo lo que escribo, pienso y hago. Yo necesito verme porque sino creo que me estoy perdiendo, me da mucho miedo perderme, me da mucho miedo dejar de vivir conscientemente, necesito sentir que estoy vivo.

¿Vivir es decidir?
Sí y decidir es prescindir. Es responsabilizarnos de las consecuencias de las decisiones. Es una prueba de ser libres.

Volvamos a la soledad: mucha gente que recorre el Camino de Santiago sin compañía, regresa comentando que quiere repetir esta experiencia.
Ya. Para mí la soledad ha sido algo muy importante porque he aprendido a conocerme, a baremar la vida gracias a ella. No hay nada más bendito que eso. Es muy duro y atrevido pero creo que ése es el principio de la gran aventura. ¿Qué buscamos en la compañía del otro? Buscamos la atención, el vacío de soledad, llenar una carencia. Yo estoy continuamente preguntándome ¿qué es lo opuesto a la soledad? Y no me vale la compañía porque se queda un poco cojo.

La compañía es el reconocimiento de que existimos, de que le importamos algo a alguien.
¿Tú crees que el hecho de importarle algo a alguien es la prueba de que existimos?

No, pero sí es la prueba de que le importamos a alguien, de que alguien, además de nosotros mismos, nos quiere.
Es muy gratificante sentir que te quieren, pero el hecho de tener gente que me quiera no me proporciona más información sobre mí. Me da información complementaria pero no vital, podría vivir sin ella. Para saber quién soy necesito espejos. Es un proceso muy lento.

Concluimos, Alejandro, ¿qué es la felicidad para ti? ¿Conocerte a ti mismo a través de ti mismo?
No. La felicidad es poder elegir todos los días y saber que puedo cambiar mi elección en cualquier momento. Si yo no fuera consciente de que puedo cambiar mi elección no sería feliz.
Y ahí lo dejamos. Si quieren saber más cosas, si tienen inquietud por profundizar en el pensamiento de Alejandro Palomas tendrán que recurrir a "El cuaderno del mago", editado por Martínez Roca a finales del pasado año. Échenle un tiento y a ver qué ocurre, mis improbables.