«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 3 de enero de 2010

María Teresa Álvarez, periodista y escritora: “A la hora de escribir, me muevo mucho por mis sentimientos”.

Herme Cerezo

María Teresa Álvarez, Candás (Asturias), 1945, periodista y escritora, ya con una considerable carrera literaria a sus espaldas (‘La pasión última de Carlos V’, ‘Isabel II: melodía de un recuerdo’, ‘El secreto de Maribárbola’, ‘Madre Sacramento’, ‘Ellas mismas: mujeres que han hecho historia contra viento y marea’, ‘La comunera de Castilla’ y ‘Catalina de Lancaster, primera princesa de Asturias’) acaba de publicar su primera novela de ficción pura: ‘El enigma de Ana’. María Teresa comenzó como responsable de informativos en la televisión asturiana, hasta que fue trasladada a la capital de España. Aquel viaje lo cambió todo. “Al llegar a Madrid, se acercaba la conmemoración del V centenario del Descubrimiento de América y, como la Historia siempre me apasionó, vi que era una buena oportunidad para realizar un programa sobre Colón. Maduré la idea con un compañero de profesión, preparamos un proyecto y lo aceptaron”. Al principio aquello iba a ser algo provisional, “pero al final me centré en este terreno, porque los programas son mas creativos y tienen menos presión”. El salto a la literatura fue rápido. “A consecuencia de uno de aquellos programas titulado ‘Mujeres en la historia’, una editorial me propuso que escribiera una novela histórica sobre una mujer de las de la serie. Al principio, rechacé la idea, pero luego me convencieron. Así nació mi libro sobre Bárbara Blomberg, la amante de Carlos V”. Y hasta la aparición de ‘El enigma de Ana’, María Teresa Álvarez se ha movido siempre en los terrenos de la novela histórica. “Yo lo que quiero es escribir sobre una persona que no conozco, porque me gusta aprender cosas nuevas mientras lo hago”. Se ha hablado, y escrito, mucho sobre el concepto de novela histórica, sin llegar nunca a un acuerdo completo para definirla. Para María Teresa “la novela histórica es aquella en la que los protagonistas no existieron, son inventados. Los que recrean vidas o hechos de personajes ilustres yo los llamo biografías noveladas, porque ya está decidida cuál va ser su vida. Para mí la verdadera novela histórica es aquélla en la que el autor decide sobre su personaje, sobre su vida y su muerte, y hace que se comporte de acuerdo con el contexto histórico que le tocó vivir”.

MUJERES, SIEMPRE MUJERES
Una de las características de la literatura de la escritora asturiana es que siempre escribe sobre mujeres. “Lo hago por varias razones: porque hubo muchas mujeres que fueron importantes y viene muy bien recordar quiénes eran, recuperando un olvido injusto. Además, como mujer que soy, me resulta mucho más cómodo introducirme en un alma femenina que en una masculina y creo que es interesante ver la Historia a través de los ojos de las mujeres. Es una forma de tener una visión más completa del pasado”. Entre los escritores y sus personajes suele establecerse una relación muy especial. “Yo no quiero faltar a la verdad, pero la objetividad no existe nunca, desde el momento que pasas a los personajes por ti y por tu percepción ya todo es subjetivo. Cuando escribí mi libro sobre Isabel II, no estaba en absoluto de acuerdo con ella, pero acabé queriéndola porque hay que comprender las circunstancias que la rodearon: cómo la educaron, con quién la casaron, la época que le tocó vivir ... La verdad es que termino queriéndolas, a unas más que a otras, porque si no fuese así no habría podido escribir sobre ellas. A la hora de escribir, me muevo mucho por mis sentimientos”.

SABINO FERNÁNDEZ CAMPO
Como todo el mundo sabe, María Teresa Álvarez estaba casada con Sabino Fernández Campo, antiguo Jefe de la Casa Real, fallecido a finales del pasado mes de octubre. “Éramos muy diferentes, Sabino era un militar ilustrado; él era machista y yo feminista; él del Oviedo y yo del Sporting, pero entre nosotros había complicidad y cariño que es lo que cuenta”. No le importaba compartir su vida con una escritora. “Al contrario, lo llevaba bien, se sentía contento de que yo escribiera”. Y era un buen ayudante, casi un colega. “Sabino era perfecto para corregir. Yo le leía mis novelas en voz alta y él detectaba los fallos, se daba cuenta enseguida de una repetición”. Pero además de corrector también era lector de sus novelas. “Leyó mis dos primeros libros antes de que se publicaran; del tercero, el de las biografías, también había leído cosas sueltas”. Incluso llegó a escandalizarse con lo que ella escribía. “Un día al regresar a casa, Sabino estaba leyendo ‘El secreto de Maribárbola’, y nada más verme entrar me dijo: María Teresa, ¡tú has escrito pornografía pura! Fue algo muy divertido”. Lo que muchos ignoran es que Sabino Fernández Campo era un estupendo caricaturista. “Dibujaba caricaturas de todo tipo de personas: desde el Rey hasta Julián Muñoz, pasando por Aznar, Tejero o yo misma. De hecho, en un futuro, no descarto que se publiquen, porque son muy buenas. Cuando dibujaba era síntoma de que estaba de buen humor”.

‘EL ENIGMA DE ANA’, PRIMERA NOVELA DE FICCIÓN PURA.
Su esposo, a su manera, también colaboró en la gestación del ‘El enigma de Ana’. “Yo estaba muy apurada porque esta novela era distinta, era ficción pura y tenía miedo de defraudar a mis lectores, acostumbrados siempre a mis personajes históricos. Pero Sabino me animaba a seguir y le quitaba importancia a ese miedo”. Ahora, una vez concluida la escritura, con la novela ya en las librerías, María Teresa Álvarez se encuentra muy satisfecha con el resultado. “Escribir la novela ha sido algo fantástico, como vivir otra vida. Me he sentido muy libre mientras la escribía, he llevado a la protagonista a donde he querido, concretamente a Roma, mi ciudad preferida, el lugar donde soy más auténtica, y le hecho sentir lo que yo percibo en su calles y plazas”. Y, como en toda obra literaria, siempre está presente la huella oculta de su autora. “En ocasiones, me he permitido ciertas sensaciones de las que no soy consciente en la vida diaria. Por eso me siento tan feliz escribiendo”. Sin embargo, María Teresa tomó sus medidas para controlar a su heroína. “Tuve que preparar un esquema con las características que Ana debía de tener para hacerla coherente y evitar que se me escapase”. Pero no ha podido olvidar del todo su pasado de escritora de novela histórica y la pátina de la Historia se percibe en sus páginas. “El enigma de Ana’ es una novela decimonónica, intimista, con un maravilloso misterio de amor y mucho sentimiento, teniendo siempre presente que está escrita por una mujer de hoy”. Y una de las cosas que más le preocupa a la escritora es permanecer fiel a sus seguidores y seguidoras, manteniendo la coherencia. “Yo quiero que me lean, que mis lectores aumenten. Nunca escribiría nada que estuviera en contra de mi manera de sentir”.

EL VIOLÍN, ANA Y PAGANINI.
La protagonista de ‘El enigma de Ana’ es una violinista. “En contra de lo que se pueda pensar, por las averiguaciones que efectué mientras me documentaba, la verdad es que en Madrid había muchas violinistas en el siglo XIX. Tocar el violín era una actividad bastante común entre las mujeres de entonces, aunque no se dedicaban profesionalmente a ello”. En la novela aparece un personaje “mágico” en el mundo de la música clásica: Nicolò Paganini y sus célebres “Caprichos”. “A Paganini lo escogí porque era italiano y me resultaba tremendamente atractivo. Era un tipo misterioso que representaba el virtuosismo por sí mismo como lo demuestran sus ‘Caprichos’. A Paganini no lo escucharía nunca por placer. Lo que su música me proporciona son percepciones extrasensoriales, algo parecido a lo que siente Ana en la novela”. Estas percepciones proporcionan a la novela una dosis de intriga. “Sí, a Ana le ocurren algunas cosas extrañas, que ella misma no se explica, y en un momento dado recurre a la hipnosis porque quiere saber a qué se deben. Tiene una sensibilidad especial para captar ciertas sensaciones que están en el ambiente y que los demás no perciben”.

A grandes rasgos esto es lo que los lectores podrán encontrar en ‘El enigma de Ana, la última entrega de María Teresa Álvarez, una novela llena de referencias a la música clásica, al amor y a un cierto feminismo, cuyas primeras líneas dicen así: “En la total oscuridad de la noche, aquella luz sorprendía y asustaba. Procedía de la hermosa casa de La Barcarola, situada en las afueras de Biarritz ...”. Sugerente, ¿no creen?

Herme Cerezo