«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 9 de enero de 2010

Que alguien saque una pistola.


Decía Raymond Chandler que cuando un escritor percibiese que la acción de sus novelas decaía, resultaba conveniente que alguien, un personaje, sacase una pistola. Que pegase un tiro después o no, ya es harina de otro costal. Para evitar el tedio, todos los sábados doy un paseo, cómodamente sentado en un sillón por supuesto y con una pipa - de tabaco, claro - en la boca, por los diarios y semanarios culturales del fin de semana. Y hoy me he tropezado con algunas piezas interesantes. Por ejemplo, el artículo de Manuel Rodríguez Rivero (¿podré entrevistarlo alguna vez a este hombre?), articulista siempre sembradísimo, que habla en Babelia de los libros electrónicos, mejor dicho de su alergia a los mismos; del escritor estadounidense Philip Roth y de sus paseos literarios por la capital del Sena.

También en Babelia, podemos leer el repaso que le pega a la novela negra Rosa Mora. En su escrito Marlowe y compañía, no sólo nos habla de ese volumen titulado Todo Marlowe, recientemente publicado, que recoge todas las novelas que protagonizó este detective, criatura imaginaria alumbrada por Raymond Chandler, a lo largo de su efímera existencia (tan sólo siete títulos). Luego la periodista también hurga un poco más y, cómo no, viaja hacia el norte de Europa, a Escandinavia donde lo negro es un auténtico filón, para contarnosa cosas de Stieg Larson, Henning Mankell, Arnaldur Indridason y Jo Nesbo, sin olvidarse de las últimas novelas de otros autores y de otras latitudes: Michael Connelly, Ian Rankin, Carlos Zanón, Óscar Urra, Juan Madrid y Elia Barceló.

Siguiendo por el mismo periódico, en EL PAÍS del 9 de enero, podemos encontrarnos con otra perlita. Y es que si, además de Rodríguez Rivero, hay otro articulista sembrado, ése es Manuel Rivas. Hoy, con su artículo sobre los aspectos irrenunciables de la profesión periodística y de su degradación, en algunos casos, tenemos otra prueba más. Y van ...

En fin y regresando al comienzo, que los aficionados a la literatura en general, y a la negra en particular, tienen con qué entretenerse durante un buen rato. Y si no, que alguien saque una pistola.

Herme Cerezo