«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 28 de marzo de 2010

‘Agatha Christie. Los cuadernos secretos’. La escritora inglesa regresa desde Greenway.

A veces se producen casualidades que inducen a no creer en ellas, es decir, en las casualidades. Me explico. Hace apenas dos o tres días, en uno de esos momentos que le asaltan a cualquier lector de vez en vez, cuando necesita refugiarse en algún valor seguro de la literatura policial, opta por regresar al pasado. Lo único que busca entre los estantes de su biblioteca es un montón de páginas que le propongan un buen enigma policial. Y nada más. Y nada menos. Un buen enigma policial, que ya es mucho.

Eso es lo que me ocurrió a mí hace unas fechas y, atacado por la fiebre “del valor seguro”, entre los libros publicados hace años por la Editorial Molino que conservo, localicé un título de la escritora de novelas policiacas más clásica y rotunda de las que han existido: Agatha Christie. Y escogí ‘El misterio del tren azul’, una novela que todavía no había leído. Y acerté. Bueno, acerté parcialmente. La trama de la novela es estupenda, como casi todas las de ella, aunque la resolución en este caso decepcione un poco. Creo que a lo largo de la obra, la Christie va desgranando una serie de pistas de despiste, disculpen la cacofonía, sobre el posible, o la posible, asesino, o asesina, y alguna de ellas, de las pistas, digo, conducía a un mejor desenlace. Pero bueno, ella sabía de esto, de culpables y asesinos, más que nadie. Más que yo, por supuesto. Y si decidió que ésa era la resolución al enigma propuesto, pues era ésa. De todos modos, la novela es altamente recomendable y, además, existe versión cinematográfica por si a alguno le interesa. Probablemente yo mismo me anime a verla, sobre todo para comprobar si en el celuloide, Hércules Poirot aparece tan engreído como en la novela de tinta y papel. La verdad es que el detective belga alcanza indudables dotes de pedantería y endiosamiento en el texto que, hasta la lectura de esta novela, no me habían resultado nunca tan evidentes. Se ve que la gloria se sube a la cabeza a todos por igual. Me refiero a los personajes reales y a los “verosímiles”.

Regreso a lo de las casualidades no tan casuales del principio. Una vez comenzada la lectura de ‘El misterio del tren azul’, me di una vuelta por las librerías de la ciudad y tropecé con la casualidad. En uno de los estantes relucía una novedad más que interesante para los amantes de la escritora inglesa. Me refiero a la obra titulada ‘Agatha Christie. Los cuadernos secretos’, recién aparecida por estos lares. El libro, escrito por el irlandés John Curran, es una exploración comentada de las más de setenta libretas, que la escritora nacida en Torquay en 1890, llenó con anotaciones, tramas, dibujos, proyectos, ideas y otras cosas a lo largo de su vida. Estas libretas proceden de su casa de verano, radicada en Greenway. Gracias a ellas notas vamos a conocer un poco más el “modus operandi” de Agatha Christie e, incluso, nos vamos a enterar de que alguna de sus novelas, mientras la planeaba, cambiaron de brazo ejecutor del asesinato, de culpable, vamos.

Siempre es interesante conocer eso que García Márquez llamaba la carpintería interior de los libros, es decir, el entramado. Sabido es que de un iceberg sólo vemos la séptima parte de su volumen, el resto permanece sumergido en el agua. Pues algo parecido ocurre con este libro, que nos brinda ahora la oportunidad de disfrutar acerca de las seis partes ocultas de las novelas de Agatha Christie. Sin olvidar, además, que es una buena oportunidad para conocer con mayor profundidad la idiosincrasia de la escritora, su psicología y su forma de trabajar. De una lectura somera del libro, lo que ya podemos aventurar es que la escritora jamás desaprovechaba ninguna de las ideas que se le ocurrían. Simplemente las aparcaba en busca de tiempos mejores para regresar sobre ellas.

Por último, sólo añadir que el volumen, además, incluye dos relatos inéditos hasta ahora: ‘La captura de Cerbero’, versión alternativa de otro cuento ya publicado en la obra ‘Los trabajos de Hércules’, y ‘El incidente de la pelota del perro’. Así pues, los amantes de Agatha Christie que, según se dice, ha vendido más de dos mil millones de ejemplares de sus obras, ya tienen algo con lo que entretenerse en esta próxima Semana Santa.

Herme Cerezo

‘Agatha Christie. Los cuadernos secretos’; Ed. Suma de Letras; marzo, 2010. 22 euros, 568 páginas.