«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

martes, 3 de mayo de 2011

Las entrevistas de la Fira del Llibre de Valencia, 2011 (II). Víctor Santos, dibujante de cómics: “Me gusta hacer todo el proceso a mí solo pero, cuando trabajas con guiones de otros, aprendes mucho”

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 03/05/2011


Esta entrevista debería de haberse realizado mucho tiempo antes. Pero por hache o por be (o por uve) no fue posible hasta ahora. Víctor Santos (Valencia, 1977) reside actualmente en Bilbao y, aprovechando la celebración de la II Mostra de Cómic de la ciudad del Turia, tuve la oportunidad de hablar con él durante unos cuantos minutos. Para los que aún no le conozcan, Víctor lleva ya una dilatada carrera dentro del mundo del cómic. Tras fundar con otros compañeros en sus tiempos de estudiante el sello ‘7 Monos’, que le permitió introducirse en el mundo de los fanzines, dibujó ‘Los Reyes Elfos’, una serie de aventuras de corte épico basadas en la mitología escandinava. Pero también ha cultivado los géneros de acción, de fantasía y el negro o policial. ‘Pulp Heroes’, ‘Lone in Heaven’, ‘Faeric Gangs’ y ‘Mundo Jung’ son buena muestra de todo ello. Precisamente de su vinculación a la temática policial, así como de su trabajo actual para los Estados Unidos, versó nuestra charla que tuvo lugar en la cafetería de la FNAC de San Agustín de Valencia.

Víctor, ¿qué hace un valenciano como tú en un sitio como Bilbao?
Como en el género negro, “cherchez la femme”. Siempre hay una mujer detrás de todo.

¿A qué te dedicas ahora mismo?
Soy uno de los pocos españoles que, actualmente, trabaja para el mercado norteamericano, aunque no toco superhéroes. Lo último que he hecho es una serie de libros para Richard Patterson, un escritor de bestsellers. Se trata de los típicos cómics que aparecen entre un par de libros de este escritor para entretener la espera de sus lectores. El guión no es mío, yo sólo hago el dibujo. Es como un trabajo de franquicia.

¿Y tu propia obra dónde queda?
Mi propia obra queda un poco dispersa. Colaboro con dibujantes españoles, amigos míos, que me piden que les escriba guiones, o realizo trabajos completos, como autor y dibujante, pero muy despacio, con un ritmo bajo.

¿Cómo te introdujiste en el mundo del cómic?
Empecé en la Facultad de Bellas Artes. Ser estudiante de Bellas Artes en Valencia, con vocación de dibujante de cómics, es horroroso, porque allí jamás se ha tocado para nada este género. Trabajan con la Anatomía de Burne Hogarth y no saben de quien se trata. Lo bueno es que hay muchos dibujantes aficionados y haces piña. Así fue como nos juntamos unos cuantos para crear el fanzine ‘Siete Monos’. Cada uno se pagaba lo suyo y luego lo vendíamos en la puerta de la Facultad. Llegamos a comprar un estand en el Salón del Cómic de Barcelona. La verdad es que no cubríamos gastos, pero era muy divertido, era la época fanzinera.

¿No te dio por pintar lienzos?
No soy buen pintor. La acuarela aún se me daba bien, pero mi verdadera vocación era contar historias. La carrera de Periodismo tampoco me hubiera caído lejos, pero en aquellos años en Valencia sólo se estudiaba en una universidad privada y no la podía pagar.

¿Cuáles fueron los primeros cómics que leíste?
Comencé a leer cómics gracias a mi tío, que era un buen aficionado y tenía mucho material: Astérix, Flash Gordon, Rip Kirby... En su colección había algunos tebeos en blanco y negro de Conan y yo se los coloreaba. Él compraba en los mercadillos esos típicos paquetes que, por un kilo de papel, entran un montón de ejemplares. No los seleccionaba, aceptaba lo que contenía el lote. Yo no me enteraba muy bien de qué iba la cosa, pero lo cierto es que los leía, igual que leía todo lo que caía en mis manos. Y como había un crío lector en la familia, que era yo, todos me regalaban libros.

¿Qué prefieres realizar sólo el guión o el dibujo o encargarte de todo el proceso?
Cuando empecé lo hacía todo yo solo. En el mundo fanzinero, que es una experiencia que siempre recomiendo porque te permite conocer el proceso completo de rotulación, maquetación, etcétera, te encargas de todo, como hacen Frank Miller o muchos artistas japoneses. Esa experiencia me sirvió para comprobar que me gustaba ese rollo de la comunicación directa, pero el mercado es como es y no puedes hacerlo todo siempre por ti mismo. También es verdad que, al colaborar con otra persona, aprendes mucho. Cuando recibes guiones de distintos autores, como Brian Azzarello, por ejemplo, adquieres experiencia y te das cuenta de cómo trabajan los demás.

¿Color o blanco y negro?
Prefiero el blanco y negro, porque creo que no encajan bien los bocadillos en blanco y negro con las imágenes en color. Si todo el cómic es en blanco y negro, me parece que letras y dibujos quedan más integrados. Me gusta mucho ese concepto de Eisner de la página total, de la unidad entre rotulación, dibujo y narrativa, y me da la impresión de que se funden mejor en blanco y negro. Lo que ocurre es que el blanco y negro echa para atrás al lector nuevo, sobre todo al joven. Como te he dicho antes, de pequeño yo coloreaba los cómics en blanco y negro, pero ahora pienso de otro modo.

Los escritores dicen que, a veces, se les escapa algún personaje, ¿te ha ocurrido eso en alguna ocasión o lo tienes todo muy estructurado al comenzar un trabajo?
Depende. Hay trabajos en los que empiezo a dibujar antes que a escribir. Son como dibujos para captar el tono de lo que quiero hacer. Luego escribo. A veces el dibujo me da ideas para el guión y puede que el personaje se me escape un poco, porque la historia deriva por derroteros que no esperaba. El ejemplo típico es el de esos personajes secundarios que, de pronto, cobran mucho valor y se erigen en el auténtico motor del álbum. Eso no ocurre cuando trabajo para otro, porque estoy mucho más encorsetado.

¿De todos los géneros que has tocado, en cuál te sientes más a gusto?
A día de hoy lo que más me gusta es el género negro. Cuando uno empieza a leer, le atrae normalmente la mitología, el elemento fantástico, pero ahora ya lo leo con una distancia diferente. Descubrí el género negro a los veintitantos años y fue entonces cuando lo aprecié verdaderamente.

‘Blackkaiser’, el protagonista de uno de tus últimos álbumes, es un asesino profesional, un concepto muy del género negro, ¿cómo surgió la idea de este personaje?
Como casi siempre me pasa, la idea me vino en la cola del supermercado [risas]. Dicen que soy muy rápido con mi trabajo, pero eso se debe a que una buena parte la realizo mientras friego los platos o hago la compra. Los storyboards por ejemplo, los preparo en los viajes. Pensé en ‘Blackkaiser’ como una serie. Surgió porque acababa de leer ‘Shibumi’ de Trevanian y quería crear un personaje muy de pulp, muy icónico, muy versátil. Buscaba mi Spirit particular, un tipo con el que yo pudiera hacer cualquier cosa.

Un álbum construido en blanco y negro, como te gusta.
Lo dibujé mientras esperaba los guiones de Brian Azzarello. Le pillé en una época en la que andaba muy liado, porque estaba acabando ‘Cien Balas’, y yo no quería estar sin hacer nada. Lo concebí casi como un desahogo, aunque también disfrutaba, pero era otra cosa. Hice lo contrario de muchos autores que, primeramente, construyen la figura y luego añaden el negro. Me interesaba más pensar en el fondo negro y ver qué surgía de él.

En ‘BlackKaiser’ el concepto de viñeta tradicional salta por los aires.
Efectivamente, el cómic apenas tiene viñetas. Hay un desparrame de figuras que se introducen unas dentro de otras. Le he cogido gustillo a ese estilo. Es muy eisneriano.

¿Hay mucho de autobiográfico en ‘Blackkaiser?
No tiene mucho de mí, aunque sí de lo que he leído. Todos los autores somos un poco autobiográficos y alguna parte mía está en él. Seguro que se da cuenta con mayor facilidad alguien que me conozca bien que yo mismo.

¿‘Blackkaiser’ continuará como serie?
Seguiré dibujando la serie a mi manera, aunque todavía no sé muy bien cómo. No se llamará ‘Blackkaiser’, pero seguro que algún otro personaje le contratará para despachar a alguien. De hecho todos mis personajes de género negro aparecen en otros tebeos y coinciden en una especie de universo. Incluso puedes rastrearlos.

Pasemos a otras cuestiones. Víctor, ¿has hecho realidad el anhelo de todo artista: vivir exclusivamente de su trabajo?
Conseguí vivir del cómic a partir del momento en que comencé a cobrar de las ediciones francesas y pasé a trabajar para el mercado estadounidense. Sin embargo, en ocasiones hago otras cosas tales como ilustraciones comerciales, carteles para salones o ilustraciones para libros.

¿Te ha afectado mucho la crisis?
Yo no la he notado, pero porque vivo en un mundo paralelo: cuando a todos les iba muy bien, a mí me iba muy mal. El año pasado para mí fue muy bueno, pero nunca sabes lo que va a pasar, especialmente en el mercado del ocio que es de los más inestables. Actualmente, estoy más pendiente de cómo funciona Estados Unidos que de lo que ocurre en España. Es un poco cruel, pero siempre he dicho que la crisis nos ha hecho a todos un poco autónomos: yo sigo trabajando sin saber a dónde irán a parar mis dibujos.

Hablabas del mercado estadounidense, ¿cómo son allí las tiradas? ¿Son baratos los cómics?
Las tiradas que hacen en Estados Unidos son de varios miles de ejemplares, pero pocas publicaciones llegan a los cien mil, lo que para un país de trescientos millones de habitantes me parece poco. Son algo más baratos porque allí los precios están liberalizados. Muchas tiendas venden bajo el sistema de reserva. Eso les permite ajustar tiradas, pero tiene el inconveniente de que algunos tebeos, por la poca demanda, pueden llegar a no editarse.

Es preciso tratar el tema de las Nuevas Tecnologías, ¿el futuro del cómic pasa por el libro electrónico?
Es inevitable. No temo a la tecnología porque ella me permite vivir del cómic. Sin su ayuda no podría trabajar para el mercado norteamericano. Bajo el soporte que sea, todo lo que hoy es publicación periódica, el tebeo de grapa, pasará a ser la descarga. Es lógico. La grapa es desechable: la compras, la lees y la tiras. Y ha de ser barata porque no vas a tirar a la basura algo que cueste mucha pasta. Pero, aunque puedo equivocarme, también pienso que el formato papel seguirá existiendo. El digital permitirá que el aficionado ocasional acceda al cómic sin gastarse mucho dinero, al tiempo que el coleccionista siempre podrá comprar el libro tradicional.

Seguimos por la senda virtual, tú manejas un blog, ¿para qué le sirve un blog a un dibujante de cómics?
Los blogs son una cura de humildad muy buena. Ves el talento que hay en blogs de Sudamérica, de Méjico, de Italia, de Tailandia y de muchos otros sitios y observas qué hace otra gente. Eso es muy interesante porque te enseña muchas cosas y aprendes. No lo uso como un diario, soy más práctico, me sirve como herramienta de promoción para que la prensa y los editores puedan conocerme. En él cuelgo mis dibujos, como una carpeta que siempre está abierta, como un catálogo que se renueva continuamente.

La última cuestión, al principio has hablado de lo que haces ahora, pero ¿qué tienes pensado para el futuro?
Tengo varios proyectos de género negro que me gustaría vender en el mercado norteamericano, porque al final es lo más sencillo y tiene más difusión. Y, si les interesa a los editores de aquí lo comprarán igual y, además, más barato.