«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 6 de junio de 2011

Susana Fortes, escritora: “Aunque me equivoque, me resulta indispensable plantearme nuevos retos”

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 06/06/2011


Conocí a Susana Fortes hace varios años, cuando la entrevisté para una revista local. Unos cuantos meses antes se había proclamado finalista del Premio Planeta con su novela ‘El amante albanés’. El tiempo pasa y otros títulos han jalonado, y premiado, su carrera literaria. Ahora, la escritora pontevedresa da un salto para enfrentarse a un nuevo género: la novela policial o, quizá mejor, el thriller. Con la voz que ya le es propia, nos cuenta que, junto a un altar de la catedral de Santiago de Compostela, es hallado el cadáver de una joven al mismo tiempo que desaparece un manuscrito de Prisciliano, el gran hereje gallego. El subcomisario Castro se enfrenta a ambos problemas con la ayuda de dos periodistas: Laura Márquez, una becaria que ha llegado a Santiago huyendo de sus propios fantasmas, y Villamil, reportero medio anarcoide que conoció tiempos mejores en su terreno profesional. Esencialmente, éste es el argumento de ‘La huella del hereje’, editada por Planeta, novela sobre la que pude conversar durante unos minutos con su autora.

Susana, has tocado la novela histórica, la de intriga, la de amor, la biografía novelada…
Sí, es verdad, he tocado casi todos los palos, hasta el folletín decimonónico y la novela de aventuras. Me faltaba la novela negra y aquí está

Desde luego, de ti no se puede decir que seas escritora de una sola novela.
No, no, eso me daría terror. En este oficio, necesito aprender cosas. Cuando observo que en algún registro me siento más cómoda, me pongo en guardia porque eso es algo peligroso ya que te instalas ahí y tiendes a la fórmula. Para mí resulta indispensable, aunque me equivoque, plantearme nuevos retos. Indudablemente, escribas del género que escribas, los lectores van a saber que eres tú porque tu territorio literario, la ironía, la manera de construir personajes, de crear atmósferas y de dialogar son reconocibles. Creo que quienes leyeron ‘Quattrocento’ o ‘Esperando a Robert Capa’ me van a encontrar en ‘La huella del hereje’.

El género negro se gobierna por unas normas muy precisas que hay que observar, ¿qué tal esta primera experiencia?
Ha sido más difícil de lo que esperaba. Soy una gran lectora de género negro desde los clásicos americanos, Chandler o Hammett, hasta los actuales escritores nórdicos o irlandeses, es un tipo de novela que devoro. Pero a veces se cree que la literatura de género es algo menor con relación a la Literatura con mayúsculas, cuando en realidad a veces encierra una complicación mucho mayor.

¿Qué fue antes: Santiago de Compostela o la historia del asesinato?
No sé qué decirte. Por un lado me apetecía volver a Santiago donde estudié la carrera. La capital gallega tiene muchos ingredientes literarios: representa el poder eclesial y actualmente también el poder político ya que allí reside la Xunta. Todo lo demás vino un poco dado. No trabajo nunca con un plano previo porque, si conozco de antemano quién es el asesino, la historia deja de interesarme. Me muevo con cierta ventaja con respecto al lector, aunque no tanta como parece porque no juego con todos los ases en la mano, sino de acuerdo a como se va desarrollando la partida. En un taller de escritura yo no aconsejaría a nadie que escriba como yo lo hago, porque crea inseguridades. Cada uno ha de encontrar la manera de expresarse de acuerdo con su carácter, pero yo necesito escribir así, porque me obliga llevar la historia en la cabeza durante las veinticuatro horas del día.

Los que ya han leído la novela hablan de una cierta semejanza entre la pareja Mikael Blomqvist y Lisbeth Salander, las criaturas de Stieg Larsson, y Villamil y Laura Márquez, las criaturas de Susana Fortes.
No me molesta nada esa comparación porque me gustó mucho la saga ‘Millenium’. Pero creo que Villamil y Márquez tienen una raíz más gallega, aunque puede existir un cierto paralelismo ya que se trata también de un tándem, eliminando el asunto de la piratería informática.

Continuando con esa semejanza y dado que el final de la novela lo deja entrever, ¿estamos ante una serie?
He dejado abierta esa posibilidad porque no me importaría en absoluto, pero lo próximo que escriba no irá por ese camino.

¿El Santiago de Compostela que aparece en ‘La huella del hereje’ es el que conociste en tu época estudiantil o el actual?
Ni una cosa ni otra, he tratado de retratar la ciudad en clave propia, ni muy pegada a su imagen actual ni muy distante, porque si te detienes demasiado en los aspectos locales te deslizas al costumbrismo y yo odio el costumbrismo. Santiago de Compostela es una ciudad muy internacional, con más de cinco millones de peregrinos al año, y quería que la reconocieran en todas partes.

En los años setenta, a Francisco García Pavón, autor de las novelas policiacas protagonizadas por Plinio, jefe de la guardia municipal de Tomelloso, se le sublevaron en su pueblo, aduciendo que allí nunca ocurría nada y que tantos crímenes ahuyentaban el turismo, ¿temes que te ocurra a ti lo mismo?
Ayer leía en la prensa que fueron detenidos dos de los más altos dirigentes de la Xunta por un asunto de blanqueo de dinero, falsedad documental, fraude y conexión con el narcotráfico, y entonces pensé: “¡Estos se han leído la novela!”[risas] No sé, los gallegos tenemos una manera de criticar, de reírnos de nosotros mismos y de no tomarnos demasiado en serio que me gusta y que me parece muy saludable. Así que ya veremos.

¿‘La huella del hereje’ se basa en un suceso real?
Ha existido un caso parecido, el de una mujer que se tomó la justicia por su mano. Y hay también un poema de Rosalía de Castro, titulado ‘A xustiza pola man’, que trata de una mujer que fue violada por sus señores. Ella pidió justicia, nadie le hizo caso porque eran las normas que regían la vida en el mundo rural y un día cogió una hoz y se cargó a su violador. Es la reivindicación de una actitud no victimista ante la violencia.

‘Nudis pedibus incedere’. Por la novela desfila Prisciliano, un personaje del que se afirma que está enterrado en la catedral compostelana en lugar del apóstol Santiago.
Prisciliano es un tipo no muy conocido fuera de Galicia, pero que en la vida gallega está muy presente y es muy querido. Era un cristiano muy peculiar, panteísta, que hablaba de la comunión con la naturaleza y de la ordenación sacerdotal de la mujer. Su carácter progresista era tal que, hoy en día, la Conferencia Episcopal considera más grave hablar de este asunto que de la pederastia. Con eso queda dicho todo. Entre la curia compostelana, Prisciliano levantó muchas ampollas porque, además, tuvo numerosos adeptos dentro de los seminarios durante mucho tiempo. Incluso en la época de la Ilustración hubo sociedades secretas priscilianistas. El suyo era un sincretismo religioso que calaba mucho en la gente, no hay que olvidar que los gallegos son tipos que ponen una vela a Dios y otra al Diablo. Sobre el enterramiento se han escrito muchas tesis doctorales y, con el carbono 14, resultaría muy fácil comprobar quién es la persona que está realmente enterrada en Santiago, pero eso nunca se ha hecho. Y, además, creo que no importa.

En este sentido, ¿‘La huella del hereje’ es una denuncia sobre la realidad actual de la Iglesia?
Creo que hay aspectos denunciables, pero yo cuento una historia y quiero que el lector saque sus propias conclusiones. Personalmente, pienso que habría que plantearse muchas cosas sobre la escala de valores de la Iglesia actual.

Con cierta frecuencia citas personajes literarios, ¿intentas crear un mundo autorreferente dentro del libro?
Es que somos hijos de los libros que hemos leído y, a la hora de definir un personaje y ver cómo es, necesito saber qué ha leído y qué música ha escuchado. Quizá, en ese sentido, haya un exceso de guiños pero creo que, aunque alguien no los pesque, no influye en la lectura y, además, me gusta incluirlos en mis novelas. También son un pequeño homenaje a nuestras lecturas: a los Cinco, a los Hollister, a la tinta invisible y a los acertijos de toda la vida, porque pienso que todo eso está dentro de la novela negra o del thriller

Como cuenta ‘La huella del hereje’, ¿es cierto que los escritores están mal vistos en las redacciones de los periódicos?
Están fatalmente vistos y hay mucha leyenda al respecto, es una discusión muy antigua. Si te dicen que vas de fino estilista, estás apañado.

Pero, ¿tanta diferencia hay, si es que existe alguna, entre un escritor y un periodista?
Hay puntos de conexión entre periodista y escritor. Muchos escritores, yo misma, escribimos columnas y somos la misma persona que la que escribe literatura, aunque manejamos materiales diferentes.

Acabamos con una pregunta tópica, casi inevitable, y que aún no te he formulado: ¿dónde está Susana Fortes en ‘La huella del hereje?
Como siempre, dispersa entre todos los personajes y también al margen. En otras novelas mías sí que hay más identificación con algún personaje concreto, pero aquí no. Me gustan cosas de Villamil, de Márquez, de Lois Castro, que es un tipo que sale bien parado a pesar de su oficio. Peor parados salen los estamentos y profesores universitarios a los que hay que dar de comer aparte.

La obligación de todo thriller que se precie es atrapar al lector en la primera página, en la primera línea y, si se puede, en la primera palabra. Es indudable que la escritora pontevedresa lo sabe. Y lo pone en práctica. Sirvan como ejemplo las primeras líneas de ‘La huella del hereje’: ““¡Santísimo sacramento!” Ésa fue la exclamación utilizada por el padre Barcia mientras se echaba las manos a la cabeza, cuando descubrió un charco negro en las losas de mármol junto al altar mayor”. Ya sólo les quedan, mis improbables, doscientas ochenta y cuatro páginas más llenas de oficio literario. El de Susana Fortes.

Herme Cerezo