«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 11 de julio de 2011

Pablo Sebastiá, escritor y periodista: “Política-ficción sería la etiqueta que mejor le cuadra a mi novela”

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 12/07/2011
Una serie de atentados asola Sevilla de manera atroz y, lamentablemente, nadie parece capaz de poner fin a semejante horror. La Policía Nacional y la Guardia Civil encargan el caso a sus mejores hombres, aunque sólo la perspicaz agudeza de un oficial del Centro Nacional de Inteligencia, el coronel Beotegui, derivará las investigaciones por el rumbo adecuado. ‘Secreto de estado’, la última obra del escritor y periodista Pablo Sebastiá (Castellón de la Plana. 1973) consigue adentrar al lector en un laberinto de erotismo, sensualidad y acción irresistibles. Sebastiá lleva una marcha imparable, ya que sale a un libro publicado por año y, además, “rara avis”, en su propia tierra. Sobre esta última entrega, la segunda de la serie dedicada a Jon Beotegui, hablamos durante un rato antes de la presentación de la novela, espectacular presentación por cierto, en el Bibliocafé de Valencia.


Pablo, eres profeta en tu tierra: has conseguido publicar en una editorial de Castellón.
Bueno, es una editorial con trampa, porque tiene como director comercial a un valenciano, Enrique Pla, que sabe mucho de libros y de distribución, y como director de relaciones públicas a Andrés Laína que reside en Madrid. Lo que sí está en Castellón es la imprenta.
¿Qué es un secreto de estado?
Un secreto de estado es una acción llevada a cabo por cualquier gobierno de la que nosotros no sabemos nada. Y, cuando digo nada, es nada. Un ejemplo figurado consistiría en pagar un dinero a alguien, extraído de los fondos reservados, para que haga o consiga algo en algún lugar determinado.
Los “secretos de estado” para los novelistas son un chollo, porque nadie puede contradecir al autor.
Es cierto, juegas con la ambigüedad de lo que el lector quiere o no quiere creer. En ‘Secreto de estado’, en concreto, está claramente definido qué es ficción pero no queda tan claro qué es verdad, porque está muy difuminado.
¿Existe mucha diferencia entre escribir como periodista y hacerlo como escritor?
Claro, como periodista tienes que aportar la fuente de información para documentar y probar tus afirmaciones. Como novelista no necesitas hacer nada de eso. Tú escribes y el lector ya interpretará lo que le dé la gana. En ‘Secreto de estado’ he creado un personaje completamente ficticio, Rigoberto Morgado, que aúna en su figura lo peor de varios políticos. Si alguien se siente identificado con él es su problema porque se trata de un personaje de ficción. Sin embargo, si esto lo hubiera escrito como un artículo de opinión, automáticamente alguien podría interponer una querella.
Aunque puedan encajarla en el término novela negra, ‘Secreto de estado’ se asemeja mucho más a un thriller, ¿no?
En algunos portales de Internet, como tiene bastante contenido erótico, la han encasillado como novela romántica, pero efectivamente se acerca más al thriller que a la novela negra. La etiqueta que mejor le cuadra sería la de política-ficción.

Sigues con tu estilo claro, sencillo y ordenado.Sí, sigo empleando el mismo estilo de siempre: sujeto, verbo, predicado y punto. De  vez en cuando le añado algún complemento, pero tengo muchas cosas que contar como para entretenerme en describir con extensión detalles accesorios.

En Estados Unidos, este tipo de novelas como la tuya prolifera mucho, sin embargo, en España no ocurre lo mismo, ¿a qué crees que se puede deber?
Ahora está empezando a cultivarse, pero sí que es cierto que ha tardado muchos años en ponerse en marcha. Recuerdo que cuando Alberti regresó a España dijo que no entendía que para subir una escalera hiciera falta escribir cuarenta folios. Precisamente ése era el tipo de literatura que se hacía entonces en nuestro país. Tampoco podemos olvidar, por otro lado, que la novela policial o negra, aquí no ha alcanzado las cotas de popularidad que disfruta en otros lugares. Pero poco a poco las cosas van cambiando porque, actualmente, muchos escritores  acuden con sus obras intimistas y de pensamientos profundos a las editoriales y se las rechazan.
¿Hay que nacer en algún sitio especial para escribir este tipo de obras?
[Risas] No, no tiene nada que ver. Es la imaginación al poder. Mira, Javier Sierra es de Teruel, donde dicen que nunca pasa nada, y él posee una inventiva extraordinaria. Internet te permite acceder a todo, hasta tal punto que, actualmente, existe un exceso de información y tu labor consiste  en verificar la veracidad de esa información a través de las fuentes originales. En la Red en estos momentos hay mucha basura y también contenidos falsos.
¿Qué tiene Beotegui de Pablo?
Nada, sólo la barba, aunque evidentemente a cualquiera le gustaría ser como él [sonrisa cómplice].
Jon parece que ha dejado de lado sus sentimientos, ha cambiado un poco, ¿no?
Es posible que al público femenino no le guste tanto este Jon Beotegui, porque se ha endurecido. En ‘La agenda Bermeta’, Beotegui vivía un triángulo amoroso, que muchas lectoras comprendían, y en la novela se describía su lucha interior, sus pensamientos. En ‘Secreto de estado’ no hay lugar para tanta introspección.
¿Los agentes secretos poseen unas características particulares que les hacen ser fácilmente reconocibles?
No, no creo que Jon Beotegui tenga nada de particular. Los agentes que yo conozco, si ahora mismo pasasen por aquí vestidos de civil, nadie los reconocería. Sin embargo, hay otros que, nada más abrir la puerta, “cantan” mucho y rápidamente sabes a qué se dedican. Hay de todo.

¿Tu libro va a servir para alimentar las teorías de la conspiración?
El problema de la teoría de la conspiración son los “conspiranoicos” o los frikis de la  conspiración. He llegado a creer que hay gente que está pagada por el poder establecido para restarle credibilidad. Creo que la gente debería ser más crítica y escéptica, leer cuatro periódicos al día, comparar la información y elaborar su propia idea. Pero en general sólo lee uno y hace suya esa versión, sin tener en cuenta que cada medio trata una misma noticia a su manera. 
En la novela, se produce un ataque seguido en directo vía satélite por los mandos implicados en la operación, ¿es algo parecido a lo que ocurrió con el asalto al refugio de Bin Laden?
Sí, es lo mismo. Cuando me enteré cómo se había desarrollado la operación contra Bin Laden me llamó mucho la atención. La única diferencia es que en la novela, la sala de control está en un cuartel militar y la de Bin Laden en la Casa Blanca.
La última, ¿‘Secreto de estado’ es tu novela más cinematográfica?
‘La agenda Bermeta’ también lo era, pero tal vez ésta sea mi novela más factible de trasladar a la pantalla, porque la localización de escenas es más fácil y, por consiguiente, resulta mucho más económica. En estos momentos, hay un par de productores que están leyendo la novela y les parece interesante. Ya veremos lo que pasa.