«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

miércoles, 1 de agosto de 2012

Mariano Guindal, periodista y escritor: “En esta crisis todos tenemos ahora que encontrar zonas de entendimiento”

Cuando en agosto de 2007 se inició la crisis económica, nadie pensó que España terminaría siendo un país tutelado por la Unión Europea. En abril 2012, la única manera de evitar el colapso financiero era cumplir las exigencias impuestas por Berlín. Dos años antes, el 10 de mayo de 2010, estuvimos a punto de ser intervenidos. Zapatero lo evitó in extremis a cambio del primer ajuste social de la democracia hasta entonces. Pero aquellos sacrificios resultaron insuficientes. El 4 de agosto de 2011, el Banco Central Europeo envió una carta confidencial al gobierno en la que le exigía ocho durísimas condiciones para seguir suministrando liquidez. Zapatero y Rajoy pactaron una modificación urgente y exprés de la constitución, que cristalizó en los primeros días de septiembre. Tras las elecciones de noviembre de 2011, el político gallego se convirtió en el presidente del gobierno con más poder en la democracia española gracias a su mayoría absoluta, pero con menos margen de maniobra que ninguno de sus predecesores. Las grandes decisiones venían impuestas desde Bruselas.




Mariano, la crisis ha traído el principio de incertidumbre a nuestras vidas, las dudas del día a día.
Sí, nos hemos pasado la vida ahorrando para guardar un dinero sin riesgo alguno y ahora la realidad es que hay una deuda enorme y que el estado no te garantiza nada.  
Y eso ¿por qué?
Un economista americano, premio nobel, me dijo que se va a producir un nuevo boom económico porque hay ideas, tecnología y dinero, cuarenta y tres trillones de dólares, en las cajas fuertes, pero que falta la confianza. No se presta dinero a nadie porque no se sabe si lo van a devolver. El dinero es como la sangre en el cuerpo humano y si no circula, todo se acabó. Tenemos miedo al miedo y mientras lo tengamos esto no saldrá adelante. 
La economía se ha convertido en el centro de nuestro día a día. Todos hablamos de economía una ciencia que no conocemos demasiado bien.
Todo el mundo tenemos idea de economía, de la economía doméstica y de la del país. Si uno gasta más de lo que gana quiebra y, a partir de esa situación, ha de buscar una solución y pedir dinero a los bancos. Si el jefe de la familia tiene sentido común la cosa marchará bien, pero si es un vaina, irá mal. Y eso es lo que nos ha ocurrido. 
Y ¿en qué consiste exactamente el caso español?
Nosotros teníamos nuestro sueño, igual que los americanos tienen el suyo. El sueño español consistía en tener una casa, unos ahorros, un coche, éramos la tierra de oportunidades para los emigrantes que vinieron aquí buscando la suya. Quisimos superar a Italia en renta per cápita y, de alguna manera, liderar los “Estados Unidos de Europa”. Y eso se ha ido a hacer puñetas. ¿Quién lo ha roto? Los políticos. Tanto Aznar como Zapatero quisieron perpetuarse en el poder. ¿Cómo lo hicieron? A través de una burbuja inmobiliaria que creó empleo, un empleo abundante pero sin valor añadido alguno. Lo que ha ocurrido con el sector inmobiliario, con los constructores, con Madrid y Valencia no tiene nombre. Siete de las diez grandes fortunas del país introdujeron capital en la construcción porque se ganaba mucho dinero y cuando las cosas vinieron mal dadas, se lo llevaron.  
¿Tanto dinero procedente de nuestro país hay fuera de España?
Según me comentó Luis de Guindos, se calcula que en Suiza hay sesenta y cinco mil millones de euros. Y eso es completamente legal, porque te puedes llevar el dinero a donde quieras, pero si tú no confías en tu propio país, ya me dirás lo que pensarán los demás. Los banqueros financiaron la fiesta, sobre todo a través de las cajas de ahorro, se pusieron unos sueldos y unos fondos de pensiones espectaculares. La avaricia ha roto nuestro sueño. Todos hemos votado a gente corrupta a pesar de que sabíamos que lo eran porque nos concedían créditos que nos permitían vivir por encima de nuestras posibilidades. Mira, esto es como una fiesta. A la una de la madrugada sabemos que si seguimos bebiendo cogeremos una castaña, pero ¿quién es el aguafiestas que corta, se lleva la música y apaga la luz? Es muy difícil. 
Además del evidente aspecto económico, ¿la crisis no resulta un magnífico pretexto para introducir recortes democráticos en nuestro sistema político?
Lo cierto es que el destino de España no está en nuestras manos, ni en las de ningún partido, sino en las de Bruselas, en las del BCE. El BCE tiene que pedir permiso para todo a Alemania, que representa el treinta y dos por ciento de su capital. Me decía un político, que una buena crisis como esta no se puede desaprovechar para hacer de “todo”. Pero ¿qué entendemos por “todo”? El otro día alguien comentó que había que votar un referéndum para cambiar la constitución y eliminar el estado de las autonomías. La crisis del petróleo nos sirvió para acabar con el franquismo y los franquistas ahora es como si nos quisieran devolver la pelota. Es un momento delicado, un momento de ajuste en el que hay una crisis institucional. Después de treinta y seis años de régimen democrático tenemos que reconducir la situación, eso es cierto, pero aprovechar para tumbar las autonomías es peligroso porque podríamos ir directos al enfrentamiento civil. En siete meses de gobierno, el rechazo a Rajoy es el mismo que el que sufría Zapatero en 2009. La crisis se ha llevado por delante muchas cosas.  
¿Estamos ante la III Guerra Mundial?
En el fondo esto es la III Guerra Mundial, sin cañonazos, pero con los alemanes otra vez como protagonistas. Alemania siempre quiso dominar Europa y tras su fracaso en las dos primeras guerras mundiales lo intentan de nuevo ahora. Pero hay otros factores. La globalización ha hecho imparable que China aparezca como una potencia emergente. La crisis lo ha acelerado todo y China, hagamos lo que hagamos, pronto será la primera potencia mundial. Y eso es peligroso porque allí hay una dictadura y cuesta mucho aceptar que una dictadura en lo político y el libre mercado en lo social sea lo ideal. Antes el mundo estaba dividido en tres cubetas: agua fría, templada y caliente. Nosotros estábamos en la caliente, que consumía el ochenta y cinco por ciento de la energía mundial y, para acallar conciencias, les dábamos el cero coma siete por ciento a los demás. Ahora las cubetas se han conectado y las aguas se están templando. Ser rico o pobre ya no viene determinado por tu lugar de nacimiento, sino por los avances y serás rico o pobre por ti mismo. Es preciso competir con los demás. 
Intentemos encontrar algún resquicio positivo a la situación actual, ¿qué tipo de personas pueden despuntar en tiempo de crisis?
Este es un tiempo bueno para la gente que tiene olfato, que tiene sentido de la oportunidad y que está provista de los medios necesarios. Pero han de unirse ambas cosas: olfato y medios. La crisis la aprovechan quienes carecen de sentido del riesgo, los que se lanzan. Ahora mismo hay quien compra deuda barata para luego revenderla más cara. Es arriesgado pero funciona. Iberdrola y los bancos están a buen precio porque España está enferma. Trump dice que esto es un chollo. Nosotros, tú y yo, no vamos a aprovechar la crisis, porque no tenemos dinero, pero el que lo tiene, dentro de tres años se va a forrar. 
En ‘Los días que vivimos peligrosamente’ habla de que en Europa piensan que no seremos capaces de soportar esta situación porque nuestra democracia todavía está poco arraigada.
La prioridad de la gente son las necesidades básicas como comer. Juan Luis Cebrián afirma que si vuelve el hambre a España la democracia nos importará una higa. Y es cierto, como lo es también que todos tenemos ahora que encontrar zonas de entendimiento. El gobierno, al menos formalmente, defiende que no nos intervengan. Si Rajoy se desgasta y nos intervienen, arrasaremos al gabinete que ha tenido el mayor poder político de la democracia española hasta el día de hoy. Es casi una paradoja, porque nos convertimos en un estado de excepción, es casi como un golpe de estado incruento. Y si cae Rajoy la única alternativa sería Aznar, pero está claro que cuenta con un rechazo muy fuerte de una parte de la sociedad española. Rajoy y Rubalcaba han de alcanzar un entendimiento para los temas importantes como la reforma financiera, la justicia y la corona, porque se va a producir una sucesión y tendremos que estar todos de acuerdo. El problema de las autonomías y la crisis institucional han de solucionarse a través de pactos. Una parte de España no puede imponerse a la otra. 
Volvamos a los recortes, independientemente de lo que opine Europa de nosotros, ¿realmente estamos preparados para soportar los recortes?
Nuestros padres estaban mejor preparados que nosotros para pasar estrecheces y nosotros mejor que nuestros hijos.  Yo he vivido cinco recesiones y todavía recuerdo que en los años sesenta jugábamos al fútbol con porterías hechas con dos piedras. Los recortes nos van a  molestar mucho y aunque no ha habido revueltas, creo que las veremos pronto. 
¿Qué significa exactamente para el hombre de la calle el término rescate?
El país es como una empresa. Tú tienes una empresa y no puedes pagar tus créditos. Puedes cerrar o pedir otro crédito a otra entidad. Esta entidad te lo concede y te envía un interventor. El empresario, ahora, ya no manda y el objetivo del interventor es recuperar su préstamo, es decir, lo que la empresa le debe, sin importarle las medidas que tenga que tomar por duras que sean: recortes en sanidad, en educación, eliminación de alguna paga extra... La intervención significa que ya no puedes vivir como antes, que hay que pagar lo que se debe. La buena noticia que tiene España es que no somos Zambia y que, si nos quitan el treinta por ciento, podremos continuar viviendo en el primer mundo, aunque es jodido, claro. 
¿El año 2013 será mejor o peor que 2012?
España sigue engordando el déficit. Todavía no hemos rebajado la deuda y eso habrá que solucionarlo en 2013. ¿Cómo? Pues a base de subida del precio de la gasolina, de los impuestos, de la instauración del euro sanitario... El ajuste será brutal aunque si nos intervienen la cosa todavía será peor.  
La última: la crisis de 1929 dio origen en literatura al género negro, ¿la actual va a crear un género literario nuevo?
En tiempos de crisis la gente deja de leer los periódicos y de ver la televisión. Necesita reírse y ver cosas que le distraigan. Nos creamos un mundo propio. Están apareciendo autores que escriben novelas para jóvenes que recrea ese mundo de sueños que necesita la juventud. Por otro lado, hay libros como los de Eduardo Punset y de su hija, Elsa, en los que se recurre a la ciencia para explicar que la situación no es tan mala.  
  
SOBRE EL AUTOR
Mariano Guindal (Madrid, 1951) es uno de los periodistas económicos de mayor prestigio y mejor informados de España. Ha sido testigo excepcional de la Transición y ha trabajado en las agencias Colpisa y LID, en las revistas Guadiana, Cambio 16 y Panorama, y en Diario 16, aunque la mayor parte de su trayectoria profesional ha discurrido en La Vanguardia, donde ha sido redactor jefe de Economía y editorialista. Entre los premios recibidos por su labor destacan el Vodafone de Periodismo (1999) y el Schroders de periodismo económico y financiero (2007). Su anterior libro, ‘El declive de los dioses’, escrito en colaboración con su compañera profesional Mar Díaz-Varela, ha sido bestseller en su género y se ha convertido en una obra de referencia para entender la Transición económica española. Ahora presenta ‘Los días que vivimos peligrosamente’, editado por Planeta, en el que analiza la situación de crisis que vivimos en nuestros días.