«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

jueves, 13 de septiembre de 2012

‘La habitación cerrada’ de Sjöwall y Wahlöö: Magistral ejemplo de género negro.


Sé que solo publicaron diez entregas. Sé que no publicarán ninguna más porque, desgraciadamente, uno de los dos ya falleció. Por eso trato de racionar al máximo la lectura de las novelas policiacas del matrimonio nórdico Sjöwall y Wahlöö. Sin embargo, como colofón, o casi, a las lecturas estivales no he podido resistirme a leer ‘La habitación cerrada’, reeditada recientemente por RBA. En principio, esta obra se publicó en España por primera vez en el año 1974, cuando servidor andaba enfrascado con Agatha Christie y su Poirot, Verne, Stevenson, Tintin y Astérix y Obélix. Y también con Vargas Llosa, Mika Waltari o Mafalda.
En menos de trescientas páginas, ‘La habitación cerrada’ juega con un par de argumentos simultáneos: por un lado, el atraco a una sucursal bancaria y, por otro, la muerte de un tipo solitario, cuyo cadáver aparece en su propia habitación con todas las cerraduras de puerta y ventanas cerradas. De ahí el título del libro. El protagonista es el ya conocido Martin Beck, el inspector policial utilizado por la pareja de escritores suecos como vehículo motor de sus historias.
Hay varios aspectos a considerar. En primer lugar, Sjöwall y Wahlöö nos hablan durante la narración de la situación política y social de Suecia y describen lo que la novela llama Estado Asistencial, que vendría a ser el equivalente de nuestro actual “Estado del bienestar”, aunque últimamente más parece “del malestar”. Además describen máquinas barredoras y limpiadoras que deambulan por las calles de la capital sueca, equipos motorizados que aquí llegaron bastante más tarde. De pasada, también citan la existencia de teléfonos móviles. La lectura de la novela, por tanto, nos descubre avances tecnológicos y sociales que por las tierras del norte de Europa eran de uso generalizado ya entonces. Y hablamos de cuarenta años atrás.
La novela maneja también dos argumentos paralelos que, aparentemente, no tienen ningún punto en común. Las dos investigaciones policiales, además, son llevadas por sujetos distintos: por un lado, el fiscal Apisonadora Olsson y sus muchachos, y, por otro, el ya citado Martin Beck, recién recuperado de una lesión, que se mueve por libre y a quien ya conocemos por haber protagonizado otras novelas de la serie.

En un tercer nivel está el humor. De todas las novelas suyas que he leído, ‘La habitación cerrada’ es sin duda la que más rasgos humorísticos posee. Uno de sus personajes, el fiscal Apisonadora Olsson, se presta a ello ya que el lector nunca puede estar completamente seguro de si Sjöwall y Wahlöö hablan en serio sobre él, se burlan o efectúan una mezcla de ambas cosas en según qué pasajes del texto. Probablemente esta tercera posibilidad sea la que esté más cerca de la realidad. Una de las escenas más divertidas en las que interviene Olsson, aunque aparentemente no lo parezca, es la de la irrupción súbita de la fuerza pública en el domicilio de uno de los sospechosos. El desenlace de la entrada policial, con derribo de puerta incluido, es memorable.
La resolución de la historia es también diferente a otras del género. Desde luego, sin que ‘La habitación cerrada’ sea una novela-problema al uso, al final conoceremos quién o quiénes son los culpables de las dos investigaciones desencadenadas por la policía sueca, pero el desenlace no va a dejar de sorprendernos, desde mi punto de vista favorablemente, porque parece muy factible, verosímil y quizá real. Y es que en la realidad no todo es lo que parece o no todo acaba bien o mal. El gris también tiene su espacio.
Leída la novela, no es de extrañar que la literatura policiaca escandinava se pusiera de moda hace unos años y todavía siga repartiendo coletazos. Sin lugar a error, Sjöwall y Wahlöö fueron los precursores de todos los autores que han llegado después: Mankell, Larsson (Asa y Stieg), Nesbo, Idridadson, Lakberg, etcétera, pero creo que el matrimonio sueco tenía algo especial, no sé muy bien qué es, tal vez su sencillez expositiva, que le hace distinto. Magistral.

 
‘La habitación cerrada’ de Sjöwall y Wahlöö; Ed. RBA, julio 2012. Serie Negra. 368 páginas, rústica. Precio: 19 euros.
CALIFICACIÓN: 4