«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

jueves, 9 de mayo de 2013

Luis del Val, escritor: “Desde el punto de vista racional, la actividad del escritor es algo muy extravagante”

¿De qué hablan las mujeres cuando hablan de sexo? Gracia, Marta y Chon han sido amigas desde la adolescencia. Las tres han cumplido ya los cuarenta y tienen concepciones muy diversas sobre la vida, pero la suya es una amistad para siempre, capaz de sobreponerse a matrimonios, divorcios e hijos, y que ha resistido hasta ahora el paso del tiempo. Esta noche han quedado citadas en casa de Chon. Aparentemente se trata de una reunión frívola y divertida, en la que compartirán risas, evocarán viejos recuerdos y hablarán de las últimas novedades, de sus familias, sus maridos, sus amantes y de sexo. Pero cada una de ellas ha acudido con un propósito muy diferente y que, a su vez, el resto ignora. Y ninguna sabe que este encuentro se convertirá en una reunión tan sorprendente como irrepetible. Este es el planteamiento inicial de ‘Reunión de amigas’, la nueva novela de Luis del Val, editada por Algaida, y con la que el escritor aragonés ha conseguido el Premio Ciudad de Logroño de Novela. 

Enhorabuena por el premio.
Muchas gracias, eres muy amable.
¿Qué significa ganar un premio como el Ciudad de Logroño para Luis del Val?
José manual Lara decía que los premios no descubren escritores, pero sí  lectores. Creo que ese es uno de los significados. Y otro es que, cuando llevas muchos tiempo en este oficio, te asaltan dudas y decides someterte al veredicto de un concurso. Es como una prueba de humildad para ver qué ocurre. Lo normal es que no pase nada pero si suena la flauta, porque al jurado el ha gustado tu obra, tienes un subidón.
¿Y el monto del premio?
El dinero del premio nunca es importante.
En estos tiempos, ¿los premios asumen funciones de mecenazgo?
Mira, el arte sin el mecenazgo no sería nada. A la alcaldesa de Logroño, en el acto de entrega del premio, le comenté que no lo considerara como un gasto sino como una inversión, porque ahora mismo estamos hablando de la ciudad de Logroño y con ello le damos publicidad.
Me comentaba el otro día un escritor, que los premios se han convertido en una forma de publicar, incluso para autores ya consagrados.
Creo que no existen problemas para publicar, al menos yo nunca los he tenido. Lo que sí es importante es que un premio lleva aparejada una promoción que, hoy en día, resulta completamente indispensable para llegar a los lectores. Por lo tanto, no se trata tanto del premio en sí, sino de lo que le rodea y del redoble de tambores que le acompaña.
¿Cuál fue la primera imagen que te indujo a escribir ‘Reunión de amigas’?
Fue una conversación con una amiga mía que me contó que había asistido a una reunión de tuppersex. En principio lo percibí como un dato más, pero a las cuarenta y ocho horas pensé que los hombres no participamos nunca de ese tipo de reuniones. Y eso me sorprendió. Empecé a darle vueltas y me di cuenta que las mujeres entre sí ejercen una influencia terapéutica en lo emocional y también en lo físico, que los hombres no tenemos. Los hombres, excepto los futbolistas, no nos damos palmadas en el culo ni vamos cogidos del brazo por la calle, mientras que ellas sí lo hacen. Eso me indujo a pensar que hay distintos comportamientos y que esa reunión de amigas, bien aderezada, podría dar mucho juego literario.

Ya es difícil hacerlo con una mujer, pero tú te has introducido en la mente de cuatro (Marta, Gracia, Chon y Almudena), ¿en qué te has basado para amueblar sus cabezas como correspondía?
Mi obsesión era buscar lo verosímil sin que pudiera parecer excesivamente vulgar, luego están los trucos del oficio. Yo buscaba un decalage en el que Marta era la mutante, la sobrada, la que tenía una autoestima impresionante; Gracia la que presentaba la autoestima más baja; y, por último, Chon podría ser la media entre ambas. Pero como las tres eran de extracción burguesa, me faltaba un elemento más, de ahí que introdujera a Almudena, que es de un nivel social más bajo. El lector determinará si he acertado o no. Lo que sí que tengo claro es que cualquiera de los problemas vitales es común para todas las mujeres, independientemente de su procedencia social.
Pero ¿has escrito sobre las mujeres o desde las mujeres?
En una obra de Camus, ‘Los justos’, hay un personaje que se llama Caliajeff y que ha de arrojar una bomba al paso del zar. Pero le entran dudas porque hay niños inocentes viendo el paso del cortejo. Camus se mete tanto en la piel de Caliajeff que el lector llega a creer que ha estado en una célula terrorista. Yo he tratado de introducirme en la piel de estas mujeres a través de las experiencias que he tenido con mi madre, con mi mujer, con mi hija, con mis novias…
¿Por lo que hemos hablado hasta ahora, ‘Reunión de amigas’ parece más un ensayo que una novela?
[Risas] Bien lejos de mi intención queda escribir un ensayo. Una de las cosas que tengo bastante clara es el undécimo mandamiento de Moisés, que según cuentan se le rompió mientras bajaba del Sinaí y nunca se hizo público. Y ese mandamiento exige no aburrir. No aburrir creo que es una de las cosas más importantes para un escritor, porque si alguien se gasta veinte euros en un libro, invierte ocho horas de su vida en leerlo y se aburre, creo que tendría derecho a hacerle un escrache al autor. Pienso que esta novela se lee con enorme agilidad y que resulta atractiva para el lector.
¿En la novela las protagonistas sueltan mucho lastre?
Si, sin duda. Cuando aparecemos en un momento determinado de nuestra vida, todos somos productos de todo lo que llevamos a cuestas, desde la relación con nuestros padres hasta las influencias de los demás y nuestro carácter. Somos una procedencia y una consecuencia de la genética y de los ambientes por los que nos hemos movido. Necesitamos saber qué hay detrás de cada uno de nosotros porque si desconoces los antecedentes, no sabes más que el presente.
¿’Reunión de amigas’ está pensada más para público femenino que para el masculino?
No creo que ningún escritor se plantee escribir para público femenino o masculino o para adultos o jóvenes. Cuando escribes es porque tienes una historia y sientes la necesidad de contarla. Pero eso no es algo premeditado. Desde el punto de vista racional estricto, la actividad del escritor es algo muy extravagante ya que imaginar una historia y sentarse a escribirla es algo que no tiene ni pies ni cabeza. Creo que esta novela resulta muy interesante especialmente para los hombres, aunque las protagonistas sean cuatro mujeres.
Hemos evolucionado, antiguamente los diarios se escribían a mano en una libreta, en la novela Marta lo hace en un pendrive.
Sí, la tecnología ha cambiado, lo que no ha variado son las técnicas de escritura. Un narrador del siglo XIX hubiera empezado diciendo que al comprar un bargueño, en un departamento secreto había encontrado una serie de cartas que demostraban la vida golfa de la abuela casta de la familia [risas]. Hoy no hay bargueños y donde puedes tropezarte con secretos es en un pendrive, en un cedé o en un disco duro, pero el escritor sigue utilizando sus armas antiguas, las de toda la vida.
El humor también está presente en el libro, ¿sirve para aliviar los malos rollos de estas mujeres?
Decía Santiago Lorén, médico y escritor, ganador del Premio Planeta, que el humor es lo que nos alivia de nuestras frustraciones. La vida es dura y el final es malo porque muere el protagonista, que eres tú, así que ¿cómo te alivias de eso? Solo con humor hacia ti mismo, sin autolástima y con ironía, que a mí me brota espontáneamente, quizá porque soy un tipo muy frustrado.
¿Hablan más del sexo las mujeres que los hombres?
Mucho más. En lo íntimo, los hombres tenemos una pudicia impresionante, tendemos a fanfarronear ante los demás del número de conquistas, pero de los problemas de alcoba que puedan surgir con nuestras compañeras no lo hacemos nunca. Por el contrario, la mujer tiene una impudicia  tremenda, como he dicho antes, pero no es lujuriosa sino terapéutica.  En verano, cuando paseo por la playa, observo a muchas mujeres que caminan juntas hablando de sus cosas íntimas con absoluta tranquilidad.
Por último, en la novela hay un buen estudio de gestos que dan a entender actitudes, sensaciones,  sentimientos, ¿son fruto de la observación o del estudio?
Será producto de la observación. Vivimos una cultura gestual y evidentemente hay cosas que nos delatan mucho. Por ejemplo, cuando tú entras en un establecimiento público y hay una mujer que se ríe muy fuerte, en un alto porcentaje de casos se trata de una persona que trata de llamar la atención mediante su risa. Yo para ligar, como era bajito, tenía que hablar mucho, pero hoy las cosas han cambiado y como hay tanto ruido, no se habla, todo son gestos. A través de ellos lo decimos todo.
SOBRE LUIS DEL VAL
LUIS DEL VAL nació en Zaragoza. Como periodista, ha colaborado en publicaciones tan emblemáticas como Sábado Gráfico, Pueblo, Interviú, Tiempo, Diario 16 y La Vanguardia, y en la actualidad lo sigue haciendo en la agencia OTR-Europa Press. Ganador en dos ocasiones del premio Ondas, resulta muy popular su labor como comentarista en la Cadena SER. Es autor de numerosos guiones para diversos programas emitidos por TVE, Antena 3 y Localia y de una docena de libros, entre los que destacan sus novelas ‘Los ejecutivos también sueñan’, ’Los juguetes perdidos’ o el volumen de relatos ‘Cuentos del mediodía’, que ha alcanzado las cinco ediciones. Con ‘Las amigas imperfectas’, su anterior obra, obtuvo el XXXV Premio de Novela Ateneo de Sevilla.