«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 7 de septiembre de 2014

Wilkie Collins: ‘La sotana negra’. Ediciones Cátedra. Colección Letras Universales

Editorial Cátedra, dentro de su Colección Letras Universales, acaba de editar una de las novelas no tan conocidas del escritor Wilkie Collins: ‘La sotana negra’, obra que vio la luz como un solo volumen en el año 1881, aunque antes y de acuerdo con la costumbre de la época había sido publicada por entregas en la revista ‘All the Year Round’, cuyo propietario era Charles Dickens. Aunque aparentemente se trata de un libro que arremete contra la religión, en realidad la utilización del tema religioso le sirve a Collins para crear un malvado personaje, el padre Benwell, y enfrentar el poder manipulador de la religión contra el poder del amor. La presente edición es obra de Damià Alou, autor igualmente de la traducción, y la portada es una reproducción de la edición original.
 ‘La sotana negra’ está dividida en tres partes (‘Antes de la historia’; ‘La historia’; y ‘Después de la historia’) y redactada en capítulos breves, que tienen vida propia y explotan para enlazar unos con otros mediante la conocida técnica utilizada en las publicaciones por entregas. Siguiendo la práctica habitual de Collins, la narración parte de diferentes voces, aunque una de ellas, la del comandante Hynd, se revela como omnisciente y superior a las demás al tiempo que les sirve como soporte. Los personajes fundamentales  son Lewis Romayne, Stella y el padre Benwell, que constituyen el triángulo sobre el que se asienta la narración. Stella y Benwell pugnarán por atraerse a Romayne, un personaje presentado como un tanto ambiguo e indefenso. Stella lo hará con las armas del amor, mientras que el religioso utilizará las propias de un soldado de Dios, las de un jesuita tratando incluso de que el joven ingrese en el sacerdocio. Sin embargo, el desarrollo de la acción aportará nuevos matices a la novela, sugiriendo la posible inclinación homosexual de Romayne. Desde este punto de vista, Collins trata el tema de la homosexualidad, un asunto delicado en la Inglaterra de la época, cuya práctica se penaba con la cárcel e, incluso en alguna ocasión, con la pena de muerte. Si bien a lo largo de la novela se observa su poca simpatía hacia la Compañía de Jesús, especialmente por sus labores proselitistas, el gran mérito de Collins es que permite que los personajes hablen como lo que son y defiendan sus ideas propias. Este valor, junto con su minuciosidad estructural, la viveza de los diálogos y el entramado de entresijos que cruzan la narración, convierten ‘La sotana negra’ en una de las novelas más interesantes de este escritor inglés.
Wilkie Collins nació en Londres el 8 de enero de 1824, en el seno de una familia de progenitores inteligentes y creativos (su padre era pintor). De religión evangélica, a edad temprana viajó por Italia y Francia. Rechazó la posibilidad de ser clérigo y trabajó durante cinco años como administrativo. Tomó más adelante la determinación de estudiar Derecho, pero abandonó muy pronto la carrera. La muerte de su padre le permitió escribir su biografía, lo que le abrió las puertas del mundillo literario, al tiempo que su madre empezó a recibir en su casa visitas de artistas y personalidades célebres que también dejaron poso en su formación. En 1851 conoció a Charles Dickens, con el que entabló una sólida amistad, convirtiéndose en un personaje muy querido para la familia del autor de Oliver Twist y David Cooperfield y para el propio escritor, con el que compartió momentos de diversión y francachela.
En 1859 publicó su primer gran éxito, ‘La Dama de Blanco’, obra que el crítico Harry Quilter calificó como “un texto pionero […] que señalaba una nueva época en el mundo de la novela”. Unos años antes Collins conoció a Carolina Graves con la que mantuvo una relación que, salvo una breve interrupción, duraría hasta su muerte, si bien los tres hijos que dejó como descendencia los tuvo con Martha Rudd, compatibilizando ambas relaciones con absoluta normalidad. Su salud no fue demasiado buena y padeció enfermedades del hígado, gota, casi con toda seguridad estrés y también alguna enfermedad venérea, probablemente procedente de sus correrías con Dickens. Julian Hawthorne lo describió como “fofo, rollizo y pálido, atacado por diversas dolencias con el hígado estropeado, el corazón débil, los pulmones flojos y el estómago averiado”.
A ‘La Dama de Blanco’ le siguieron ‘Sin nombre’, ‘Armadale’ y ‘La piedra lunar’, en la que aparece el sargento Cuff, primer policía que utilizó la lupa como herramienta de investigación en obras policiales de ficción. ‘La piedra lunar’ fue publicada en un momento en el que la criminalidad había aumentado en Inglaterra y los lectores demandaban la aparición de un detective justiciero que restituyese el orden establecido. El máximo exponente de esta tendencia sería Sherlock Holmes, personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle. Al igual que hizo en su momento su amigo Dickens, Wilkie Collins viajó a Estados Unidos para presentar sus novelas, aunque no alcanzó la repercusión obtenida por el primero. Poco a poco su salud fue resquebrajándose. Después de publicar algunas obras más, entre ellas ‘La sotana negra’, Wilkie Collins expiró el 23 de septiembre de 1889.
A Collins le tocó vivir un tiempo cambiante en la sociedad inglesa. La revolución industrial proporcionó más tiempo libre a los obreros que trabajaban en las fábricas, un tiempo que no todos querían invertir trasegando licor en las tabernas. Unido esto a que la tasa de alfabetismo en Inglaterra a lo largo del siglo XIX ascendió casi al noventa por ciento, es fácil explicar la expansión de  la literatura de la que Collins, igual que otros autores, logró beneficiarse.



‘La sotana negra’ de Wilkie Collins. Edición de Damià Alou. Ediciones Cátedra, colección Letras Universales, año 2014. Formato bolsillo, tapa blanda y 473 páginas. Precio: 20 euros.