«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

jueves, 17 de marzo de 2016

Recuperando El Kiosco de Dolan: 'Gil Pupila. Integral 4'

Esta crítica sobre 'Gil Pupila. Integral Volumen 4' se publicó en el Diario SIGLO XXI el día 17 de enero de 2011.

‘Gil Pupila. El integral. Vol 4’ de Tillieux y Gos: Un clásico espléndido

No sé que andaría haciendo yo allá por los años 70, todavía sin afeitar y estudiando bachilleres, sin leer la revista francesa ‘Spirou’. Y eso que tenía un amigo, Pedro Carrasco, no el boxeador sino otra persona con el mismo nombre, que era asiduo lector de la publicación francobelga. Probablemente su afinidad con el idioma galo le indujese a frecuentar este tipo de tebeos en lugar de otros más propios del terruño o, simplemente, le gustase esa publicación y sus personajes, que sería la causa más probable. Fuese cual fuese el motivo, yo no la leí entonces. Y lo bien cierto es que la reedición a cargo de PlanetaDeAgostini de la integral de los álbumes de Gil Pupila me ha venido muy bien para perseverar en esa aventura, que he iniciado hace poco, de recuperar el tiempo pasado en la medida de lo posible. Los años, mis improbables lectores, no perdonan. Y, a veces, la nostalgia gasta malas pasadas (o buenas, como en este caso).



‘Gil Pupila. El integral. Vol 4’ es un tomo que recoge las cuatro últimas aventuras de este atrevido e indespeinable detective privado francés. La peculiaridad de esta entrega final radica en que Tillieux no es el dibujante de los tres primeros títulos (‘Diamantes a granel’, ‘Gil Pupila contra los fantasmas’ y ‘Tras la pista de un 33 revoluciones’), pero sí el guionista. Sus múltiples obligaciones profesionales le impedían hacer el trabajo completo, pero él no deseaba, en modo alguno, que Gil Pupila (Gil Jourdan en el original, un nombre mucho más atractivo en mi opinión) dejase de publicarse. Así que la opción escogida para prolongar su existencia, algo que ocurre frecuentemente en la vida real también, fue la intermedia: Tillieux escribiría los guiones y otro dibujante, en este caso Gos (Roland Goossens), dibujaría las viñetas. Para ello, el padre de la criatura únicamente puso una condición: “Cuidado, Gil Pupila, Libélula, Corrusco y Cerecita tienen que ser excelentes, pero si hay un pequeño error, no voy a comerte por eso. Para el resto, haz lo que quieras”. Gos venía de dibujar ‘Los Pitufos’, colaborando en dicha serie con Peyo, y, por lo tanto, procedía de un tipo de tebeo muy distinto, destinado a un público más infantil. Su trazo estaba acostumbrado a pergeñar enanos azules, animalitos, flores, árboles y bosques. Pasar del campo al ámbito urbano y plasmar en viñetas edificios, calles, coches, motocicletas, trenes o barcos y lanchas no dejaba de suponer un reto. Gos realizó muchísimos bocetos de aproximación, especialmente sobre automóviles. Pero, visto el resultado en este volumen, creo que la calificación mínima que se merece es la de sobresaliente, ya que el apartado gráfico de la serie no se resiente lo más mínimo, a pesar del perfeccionismo al que tenía acostumbrados a sus seguidores Maurice Tillieux.

Pero hay algo más. No sé si, precisamente por ello, al desembarazarse Tillieux de la parte ilustrativa y centrarse en los guiones, la calidad de estos es excelente, especialmente por su dinamismo, y, con relación a otros álbumes anteriores, los gags de humor son mejores, más espontáneos y vitales, más inspirados. Algunos de ellos llegan a provocar algo más que una sonrisa y no resulta extraño, en algún instante, verse obligado a cerrar el álbum para carcajearse libremente, no sólo porque el propio dibujo, en sí mismo, se torna humorístico, sino también por los diálogos. En una viñeta de ‘Gil Pupila contra los fantasmas’, Libélula llega a burlarse del propio final del episodio y dice: “Si fuera guionista, nunca me atrevería a enchufarle a la gente semejante historia”. Y es que no podemos olvidar que el humor es un ingrediente inherente al género policiaco y que ‘Gil Pupila’ es cómic policiaco y del bueno.

Pensarán ustedes, mis improbables, que me estoy olvidando del último título, ‘Entre dos aguas’, y no es así. Lo que ocurre es que este cuarto álbum es muy especial ya que Tillieux, después de las tres experiencias anteriores como guionista, decidió retomar toda la obra por sí mismo y comenzó a preparar la nueva entrega que, a la postre, cerraría la serie. Cuando llevaba escritas y dibujadas 17 paginas, en un viaje automovilístico sufrió un accidente que le costó la vida. Gos, sin conocer el final que tenía previsto su maestro, asumió el trabajo ya iniciado para concluirlo. Sin embargo, en apenas cinco páginas cerró la aventura, de un modo bastante abrupto y, sobre todo, precipitado, como él mismo reconoció en su momento.

‘Gil Pupila. El integral. Vol. 4’ contiene, igual que los tres tomos precedentes una extensa y cuidada introducción, aliñada con un importante material gráfico (fotografías, portadas, bocetos y caricaturas), en la que se explican los pormenores que rodearon la publicación de cada una de las aventuras. Al final, se incluyen algunas historietas cortas, que Tillieux y Gos publicaban en medio de sus álbumes para apagar la sed de sus seguidores, así como algo poco usual en el medio comiquero: varios cuentos breves, protagonizados por Gil Pupila y sus amigos, ilustrados simplemente con una sola imagen. En este sentido, podríamos hablar de que Gil Pupila dio un paso adelante al transformar el cómic en literatura, algo poco frecuente ya que lo habitual suele ser lo contrario.

Una de las fotos que contiene este volumen muestra a Tillieux delante del escaparate de una de las librerías parisinas míticas en el mundo del cómic: la librería Dupuis en el boulevard de Saint Germain. El boulevard de Saint Germain fue visitado por quien esto escribe, a comienzos de la década de los 80, con menos dinero que ilusiones, a la búsqueda de cómics inexistentes en estos pagos y que desconocíamos por completo si alguna vez se publicarían en España. Recuerdo que, en francés por supuesto, conseguí ‘La isla del tesoro’ de Stevenson en versión de Hugo Pratt, así como ‘La foire aux immortels’, ‘La ville qui n’existait pas’ o ‘La phalange de l’ordre noir’, todos ellos de Pierre Christin y Enki Bilal. O tempora, o mores!

- ‘Gil Pupila. El integral”. Volumen 4
- Autor: Tillieux y Gos
- Editorial PlanetaDeAgostini, 2010
- Tapa dura, color, 240 páginas.
- Precio: 23 euros.